Doctorado Honoris Causa al Comandante Fidel Castro Ruz. Sala de

10 oct. 2017 - del Movimiento 26 de Julio. Para los académicos de hoy también resulta un documento trascendente porque, medio siglo después, persiste su ...
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Doctorado Honoris Causa al Comandante Fidel Castro Ruz. Sala de Consejo Universitario “Lic. Benito Juárez García”. Martes 10 de octubre de 2017. 13:00 horas. Saludo de manera fraternal y reitero la bienvenida al recinto del máximo órgano de gobierno de nuestra Universidad, sala de Consejo Universitario “Licenciado Benito Juárez García”. Al Excelentísimo Embajador de la República de Cuba en México, Doctor Pedro Juan Núñez Mosquera,de quien reconozco su clara disposición al cumplimiento cabal de esta ceremonia solemne. Agradezco y aprecio la asistencia del Licenciado Raymundo Balboa Cruz, coordinador de Asuntos Internacionales del Gobierno del Estado de México y representante personal del Licenciado Alfredo del Mazo Maza, Gobernador Constitucional del Estado de México. Con respetuoso afecto, agradezco la presencia de la Doctora en Derecho Inocenta Peña Ortiz, Directora de la Facultad de Derecho, cuya comunidad propuso la candidatura del Doctor Fidel Castro Ruz, como un meritorio y digno depositario del grado de Doctor Honoris Causa conferido por la Universidad Autónoma del Estado de México. Mi gratitud amistosa para el Doctor en Ciencia e Ingeniería Ambientales Carlos Eduardo Barrera Díaz, Secretario de Investigación y Estudios Avanzados de nuestra Casa de Estudios. Agradezco a la comitiva de la República de Cuba haber aceptado la invitación para testimoniar este acontecimiento que, con justicia poética, coincide con el Día de la Independencia de nuestros hermanos cubanos. Saludo, en igual sentido, la asistencia del Gabinete Universitario en pleno; del Colegio de Directores y del Consejo Universitario de nuestra institución, así como de las representaciones sindicales de docentes y trabajadores administrativos que realzan esta ceremonia por su calidad de testigos. Gracias también a los miembros de nuestra comunidad que han acudido para unirse al homenaje al Doctor Castro Ruz. Señoras y señores.



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Para la comunidad académica, de trabajo y de reflexión de la Máxima Casa de Estudios del Estado de México, esta mañana culmina una larga espera para celebrar el encuentro de los universitarios mexiquenses con un líder continental cuya congruencia de pensamiento y acción universal contribuyó durante medio siglo a forjar la noción contemporánea de identidad latinoamericana.

Asistimos hoy a la consumación de un proceso académico, abierto el 27 de noviembre de 2000, cuando el Consejo Universitario de la Universidad Autónoma del Estado de México determinó por unanimidad conferir el grado de Doctor Honoris Causa al Doctor en Derecho Civil y Doctor en Derecho Diplomático Fidel Castro Ruz. Concluye también un tiempo de paciencia —más de medio siglo—; un instante del mito y de la historia vivida por los habitantes del Valle de Toluca para reencontrarse con un personaje entrañable, una figura querida y admirada desde el imaginario popular en esta región: Fidel. Fidel Castro, comandante de la Revolución Cubana. Testimonian este afecto surgido de la memoria ciudadana, espontáneas y anónimas ofrendas florales depositadas en la acera del barrio de Santa Clara, al difundirse en esta ciudad la noticia del deceso del dirigente, ocurrido el 25 de noviembre de 2016. “Aquí vivió Fidel”, parecían decir aquellas rosas blancas cultivadas, al igual que en los versos de José Martí, en junio como en enero. “Aquí comenzó su revolución”, decían aquellas rosas blancas depositadas con mano franca para el amigo sincero. Aquellas flores atestiguaban, en primera y última instancia, el orgullo regional por un hecho verdadero que el mito en las calles no dejó morir: Toluca hospedó a los hermanos Castro Ruz poco antes de que, junto con otros jóvenes patriotas, se lanzaran a intentar el imposible de transformar al régimen opresor de Cuba. Al mito sobre Fidel Castro no fuimos ajenos los universitarios de aquella época. Discutimos, por ejemplo, un pequeño impreso de Castro Ruz, un documento deslumbrante para la generación latinoamericana de jóvenes universitarios que conocíamos, desde distintos puntos del continente, la gesta revolucionaria en Cuba.



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La historia me absolverá, alusivo a su autodefensa durante el juicio a que fue sometido en 1953, es un texto contundente que hoy puede leerse como el alegato jurídico y político de un joven vehemente en contra de la injusticia social en su país. Un abogado para quien, al igual que nuestro enorme institutense Ignacio Ramírez, “el pueblo es digno de la Historia”. Para los universitarios de aquel entonces, sin embargo, más allá de la cuestión ideológica, aquel libro implicó una serie de reflexiones profundas en torno al compromiso académico del joven con la sociedad y la conciencia de que el conocimiento adquirido en el aula debía por método aplicarse en favor del ser humano. Este célebre discurso llegaba a conclusiones que anticiparían la redacción del manifiesto del Movimiento 26 de Julio. Para los académicos de hoy también resulta un documento trascendente porque, medio siglo después, persiste su vigencia intelectual frente a los hechos. “En el mundo actual”, sentencia Fidel desde aquel entonces, “ningún problema social se resuelve por generación espontánea”. A los integrantes de aquella generación en busca de compromiso, habría de revelársenos por el ejemplo cubano que la voluntad del pensamiento en acción transforma la realidad sin importar la dimensión del reto. 1956 resultaría un año crucial para la historia de Cuba y de nuestra Casa de Estudios, pues mientras en enero Fidel afinaba su estrategia revolucionaria, semanas después, el 21 de marzo, nuestro Instituto Científico y Literario Autónomo habría de transformar su nominación a Universidad Autónoma del Estado de México. Recordemos que de aquella época la UAEM era diez veces más pequeña en población que nuestra Casa de Estudios actual, empeñada en un constante proceso de desconcentración estatal. Cuando los revolucionarios cubanos habían tomado La Habana y organizaban a su pueblo —con medios que eran novedosos entonces, como Radio Habana—, la gran mayoría de universitarios estudiaba en planteles de Toluca, ciudad capital donde escuchábamos crecer un mito popular en torno al líder de la revolución isleña. Aquí, insistían las calles, había comenzado la hazaña histórica del pueblo cubano. La duda sobre tal anécdota persistió algún tiempo. Hoy, sin embargo, existen numerosos testimonios escritos sobre la presencia en enero de 1956 de los hermanos Fidel y Raúl Castro Ruz en el valle de Toluca.



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Destaca por su nitidez, método y síntesis de versiones, La palabra empeñada, de Heberto Norman Acosta, que especifica detalles sobre la excursión del grupo, el desempeño de cada participante, el itinerario por las faldas del volcán Xinantécatl y la actitud solidaria del entonces alcalde toluqueño Carlos Hank González con sus invitados. La autobiografía de Alfonso Sánchez García, El plumaje del mosco, premiado en el Primer Concurso de Biografías de Personajes Ilustres del Estado de México, convocado en 1999 por la UAEM, refiere en un pasaje su experiencia como cicerone de aquellos expedicionarios y puntualiza cómo la anécdota partió de un encuentro académico. La relación cultural y educativa de nuestra Casa de Estudios con el pueblo cubano es antigua y profunda, ubicándose en su génesis el extraordinario poeta José María Heredia, quien habría de ser director y catedrático del Instituto Literario del Estado de México. Justo en días recientes presentamos la Colección José María Heredia y Heredia de la UAEM en la Biblioteca Nacional de Cuba ‘José Martí’. Producto de este intercambio cultural y académico, sostenido durante cerca de dos siglos, nuestro Consejo Universitario, máxima autoridad de nuestro instituto, aprobó por unanimidad conceder el grado de Doctor Honoris Causa al Doctor Fidel Castro Ruz. Para ello, la Comisión del Mérito Universitario de nuestro Consejo, estimó “la trayectoria intelectual, social y política” del homenajeado y señaló “que el compromiso del doctor Castro Ruz con la educación y la cultura del pueblo cubano” derivó en “la adopción de un sistema educativo descentralizado que está a la vanguardia de la educación pública en América Latina”, cuyos logros en artes y ciencias son indiscutibles. Diversos imponderables obstaculizarían la inmediata entrega de este homenaje, proveniente de nuestra comunidad, al Doctor Castro Ruz. Complicaciones ulteriores y el desenlace fatal habrían de impedir en definitiva depositar en sus manos el testimonio de nuestro reconocimiento. Hoy, cuando entregamos los dones de la investidura de grado de Doctor Honoris Causa al Excelentísimo Embajador de la República de Cuba en México, Doctor Pedro Juan Núñez Mosquera —a quien acompaña una muy significativa representación del pueblo cubano—, el estadista visionario y líder en la identidad de los latinoamericanos, Fidel Castro, está aquí como un Cid Campeador vencedor más allá de su muerte.



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¡Honor a Fidel Castro Ruz! ¡Honor a la Revolución Cubana! ¡Viva Cuba! ¡Viva México! ¡Viva la Universidad Autónoma del Estado de México! Patria, Ciencia y Trabajo.





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