Disciplina en la clase


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DISCIPLINA EN LA CLASE Por Janine Soderberg Los buenos maestros utilizan la creatividad, la buena preparación, un acercamiento personal con sus alumnos, y muchas otras herramientas para evitar los problemas más comunes de conducta en su clase. Pero aún los mejores maestros no pueden evitar todos los problemas. Es importante que también esté preparado para responder con la actitud correcta, en el momento correcto, y de la manera correcta. Este artículo te dará sugerencias prácticas para tratar los problemas de conducta con amor. Cómo tratar los problemas con AMOR •

Sé amoroso, respetuoso, justo, firme, y consistente. Tu actitud en medio de un problema en tu salón comunica mucho y determina si vas a ser eficaz en corregir el problema. Un maestro que corrige con amor y respeto gana la confianza de sus alumnos y les motiva a la obediencia. A la vez el maestro que es justo y firme no se deja influenciar por los niños más rebeldes, y así puede corregir de manera consistente, sin favoritismo y sin dejar pasar una mala conducta. Si no eres consistente al corregir a tus alumnos, no verán ninguna razón por la cual deberían de obedecerte, si saben que no vas a darles ninguna consecuencia.



Usa un acercamiento positivo, reconociendo y elogiando a los que siguen las reglas y las instrucciones específicas. La conducta que recibe más atención del maestro es la que se va a repetir. Si prestas más atención a los que cumplen con lo que les pides, los demás que tienden a buscar tu atención al interrumpir la clase verán que no recibirán tu atención de esa manera. Ejemplo: Les has pedido a tus alumnos que deben alzar la mano si quieren contestar una pregunta, pero algunos niños gritan la respuesta. En vez de regañar a los que gritan, deberías de elogiar a los que alzaron la mano: “Josué, gracias por alzar tu mano, ¿nos puedes dar la respuesta?” De esta manera recuerdas a todos lo que esperas de ellos, y la próxima vez que haces una pregunta algunos que no alzaron la mano la vez pasada ahora sí lo van a hacer.



Trata de encontrar qué hay detrás del comportamiento Antes de responder al mal comportamiento, es necesario que busques lo que hay detrás causándolo. Primero deberías de preguntarte a ti mismo: ¿Tiene que ver conmigo o mi enseñanza? ¿Vine preparado hoy? ¿Es interesante mi enseñanza o siempre utilizo el mismo método? Por ejemplo, si notas que varios niños se están portando mal o interrumpen la clase con frecuencia, es probable que están aburridos, una señal de la falta de creatividad de parte del maestro. Ahora bien, si has seguido las sugerencias que te hemos proporcionado para evitar los problemas más comunes de conducta de los niños, y aún siguen estos problemas, es momento de pensar en las necesidades de los niños. ¿Será que hay problemas en casa? ¿Desayunó el niño antes de venir a tu clase? ¿Se siente solo o rechazado por sus papás o por los otros niños en la clase? Muchas veces al pensar en las necesidades universales de los niños y en las necesidades específicas del niño involucrado puedes llegar a la raíz del

problema. Recuerda que esto requiere que conozcas a tus alumnos, que inviertas tiempo en establecer una relación más cercana con ellos y cuando sea posible con sus papás. No se conformen con el regaño o el castigo, para lograr la madurez los niños necesitan que sus maestros les enseñen una buena conducta, y que los corrigen con amor. El buen maestro se prepara no solamente para enseñar, sino también para responder con amor a los problemas de disciplina que surgen en el ministerio infantil. Queremos compartirle otras sugerencias prácticas para evitar el castigo y optar por una respuesta amorosa ante la desobediencia de los niños. Asegúrese de no disciplinar a un niño por un disgusto personal, o por algo que forme parte de la personalidad del niño. Algunos niños son muy activos, otros son habladores, y a otros no les gusta pasar al frente. No es correcto dejar que alguna característica personal del niño de este tipo le lleve a tratarlo de otra manera, solamente porque no le cae bien. Responda al problema paso por paso: una mirada, guardar silencio un momento, acercarse al niño, tocarle el hombro, decir su nombre, cambiarle de lugar, darle algo que hacer para que le ayude. No es necesario interrumpir su enseñanza cada vez que se manifieste algún mal comportamiento en su clase. Muchas veces puede corregir el problema sin decir nada con los primeros pasos mencionados. Son más efectivos cuando ya ha comunicado sus expectativas a sus alumnos, de esa manera su respuesta es un recordatorio de lo que ya saben que deben hacer. Este método de corregir a sus alumnos le ayuda a mantener la calma y evita que todos los alumnos se distraigan. Recuerde que siempre tiene la opción de pedirle al niño que regrese con sus padres, y después habla con ellos. Este es su último recurso, pero sin un niño no responde a la corrección a veces es necesario. La clave aquí es hablar con él y con sus padres para buscar una solución al problema y establecer las condiciones bajo las cuales él puede regresar a su clase. Involucrar a los padres no demuestra debilidad o ineptitud de su parte como maestro, más bien es una muestra de su compromiso de apoyarlos en la educación de su hijo. Es importante recordar que su papel es uno de apoyo, porque los papás son los responsables en esta área. Trabajar como equipo con ellos es la manera más efectiva de enseñar al niño el comportamiento adecuado. El niño es parte del problema, por lo tanto es parte de la solución. Casi siempre se piensa de la disciplina y de la corrección como algo que el maestro impone, pero debería de ser un proceso en el cual el maestro, el niño, y cuando sea necesario los papás, colaboren para buscar una solución. Si corrige al niño pero nunca toma tiempo de hablar con él de la situación, pierde una gran oportunidad para enseñarle responsabilidad. Una sugerencia práctica: Si un niño interrumpe su clase y responde con el método paso a paso descrito arriba, después de la clase debe hablar con él. Puede preguntarle ¿Qué hiciste hoy que no fue correcto? ¿Por qué no es correcto hacer eso? ¿Qué debiste haber hecho? ¿Qué puedes hacer para evitar que esta situación se repita? ¿Qué puedo hacer yo para apoyarte en esto? Estas preguntas guían al niño a reconocer su mal comportamiento y sus consecuencias, recordar el comportamiento que espera de él, y tomar la responsabilidad por cambiar su comportamiento. Aún con los preescolares puede implementar estas preguntas si les ha comunicado con anticipación sus expectativas de ellos.

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Nunca humille o avergüence a un niño: el propósito de la disciplina es enseñar, no castigar. Es muy común decirles a los niños, “El que no cante va a pasar en frente a cantar conmigo.” Pero esto solo avergüenza al niño, no lo motiva a involucrarse más en el tiempo de cantos. Lo peor que un maestro puede hacer es llamarle la atención a un niño para humillarlo. A lo mejor en el momento el niño deja de comportarse mal, pero este tipo de castigo no comunica ni amor ni interés en su crecimiento. Le animo a aprovechar cada oportunidad que tiene en el ministerio infantil de corregir en amor, evitando el castigo y buscando siempre enseñar a los niños a desarrollar responsabilidad, dominio propio, respeto, y obediencia. Esto implica una inversión mayor de tiempo y de usted mismo, para conocer bien a sus alumnos y acercarse a ellos con interés sincero en sus vidas. Pero solo así será un maestro efectivo, que tenga un impacto duradero en la vida de los niños, que son preciosos ante los ojos de Dios, quienes merecen lo mejor que les puede dar.

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