Comunidad/Editoriales/2005/Otra vez el IESS


89KB Größe 7 Downloads 76 vistas
CARTA DEL MES 28 de JULIO de 2005

OTRA VEZ EL IESS Si alguien nos propone un negocio de tipo colectivo, en el que debemos aportar una cierta cantidad mensual por un período de 30 años, y que cumplida la fecha podremos disfrutar de vacaciones vitalicias (cuyo costo es varias veces superior a la suma que hemos aportado), tenemos todo el derecho de que se nos explique cual es la fórmula mágica que lo hace posible, o sospechar que se trata de una estafa al estilo de “la pirámide”, en pleno auge en este momento bajo la figura de “hágase millonario como operador turístico: ponga mil, traiga otros dos giles que pongan mil cada uno, y espere a que le lluevan los dólares.” Cíclicamente el tema de la Seguridad Social ocupa las primeras páginas de los periódicos. Las más de las veces para denunciar negociados, o para anunciar el eterno tema de la “reestructuración administrativa”, o la adopción de un modelo “mixto”, o para anunciar que “el modelo mixto es inconstitucional”, o para contar los cadáveres de los jubilados en huelga, o para anunciar que “como el modelo mixto no funciona, se devuelven los fondos de reserva”. Mientras el IESS, que logró superar temporalmente la quiebra anunciada para el año 2000, luego de aumentar casi en un 30% el monto de las aportaciones y sugerir (sin poder implementar) un modelo “mixto”, hoy se acerca aceleradamente al colapso financiero, al retornar al “modelo de reparto simple” inventado por Bismarck a fines del siglo XIX. Algunos estudiosos de Otto von Bismarck sostienen que su genialidad consistió en resolver el crítico problema social de Alemania de fines del siglo XIX sin que el Estado haya gastado un solo centavo, adjudicándose al mismo tiempo la administración estatal de los voluminosos recursos de los propios trabajadores. Pero este sistema llevaba en su interior una bomba de tiempo: en menos de ochenta años cambió radicalmente la composición demográfica de los países. Por un lado se produjo un incremento sustancial de la expectativa de vida, y por otro se produjo una reducción sostenida de la tasa de natalidad. Ambos fenómenos combinados llevaron al sistema de reparto al límite de su condición crítica, esto es, a la relación 7 a 1 entre trabajadores activos y pasivos. En la década de los 80, todos los sistemas de reparto del mundo hicieron crisis, y condujeron a la adopción de severos ajustes, tanto en la ampliación de la edad de jubilación, como el aumento de las aportaciones y la reducción de prestaciones, ajustes que se han convertido en un paliativo temporal, ya que el fenómeno demográfico ha continuado agudizándose. Hoy se observan en algunos países incluso tasas de natalidad negativas. En Europa, las proyecciones para las siguientes décadas sitúan la relación de dependencia en 2 a 1. En Ecuador, la relación de dependencia de 7 a 1 de 1993 ha caído a un nivel de 4 a 1 el 2005. Solamente en Chile en 1982, sobre la base de un adecuado estudio financiero, se formuló y adoptó un modelo radicalmente distinto al sistema de reparto, pero financieramente sustentable en el tiempo: El modelo de capitalización en cuenta individual, que hoy, 23 años mas tarde ha logrado demostrar en forma irrefutable su eficacia, al acumular en las cuentas individuales de los afiliados una cifra superior a los US$ 70 MIL millones. Fue en 1993 cuando por primera vez se publicó en forma restringida la Proforma Presupuestaria del IESS; y con esa información se pudo realizar un estudio situacional de la institución.

Los resultados de ese estudio pusieron de relieve la crítica situación financiera del IESS y su inminente quiebra, (prevista para el año 2000), salvo que se adoptaran cualquiera de tres acciones, que en cualquier caso solamente alargarían su agonía: 1. Aumento de la edad de jubilación (o número de aportaciones) 2. Aumento de la cotización. 3. Reducción de las prestaciones. A esa fecha, la deuda del Estado con el IESS se estimó en aproximadamente US$ 600 millones, monto equivalente a los gastos de un año, y consecuentemente de baja importancia relativa. El problema real se hizo evidente al estimar las consecuencias de la quiebra, por medio de un cálculo estimado del déficit actuarial a esa fecha (o el valor presente del monto de las obligaciones): su valor se situaba entre los 14 mil y los 16 mil millones de dólares, cifra equivalente al monto de la deuda externa (cifra que fuera corroborada posteriormente por cálculo actuarial). Bajo la premisa de que el Estado debía asumir el pago de ese “hueco”, -por haber obligado a los trabajadores a depositar sus recursos previsionales en una institución estatal que terminaba en quiebra-, el flujo de recursos del presupuesto del Estado destinado a financiar el déficit se estimó en un promedio de US$ 200 millones anuales durante 35 años. Hoy se sospecha que el sustancial incremento de las aportaciones que detuvo la quiebra prevista del año 2000, produjo una reducción del déficit actuarial a una cifra cercana a los US$ 11 MIL millones. Hasta el momento el IESS no ha publicado este dato, que al fin de cuentas es el único que importa, ya que permite determinar el monto real del desastre al momento de la quiebra, ahora sí inevitable. Paradójicamente, los mismos actores políticos que hace 10 años se opusieron al cambio de modelo, hoy se han enterado y convencido que el modelo de reparto es inviable, y se rasgan las vestiduras abogando por la restitución del modelo “mixto” (creado el 2001 y que fuera desmontado por el Tribunal Constitucional), modelo que tampoco es viable porque no contiene los incentivos para que funcione. Los ejemplos están a la vista en Argentina, Uruguay, Colombia, México, etc. Pero lo mas paradójico de todo, es que los afiliados, obligados a aportar el 28% de sus ingresos, no tengan opción alguna para decidir sobre el destino de sus ahorros y quien los administra, que no tengan la menor idea de lo que recibirán como pensión, y que no puedan reclamar una atención médica decente y oportuna. Las decisiones las han tomado otros, y son decisiones calculadas para cosechar votos, sin que les pese en la conciencia los muertos que han dejado en el camino.

Leonardo Hernández Walker, BSc, MPA, MBA PRESIDENTE EJECUTIVO

FUNDACION LEXIS