Complejidad de una ciencia

5 oct. 2012 - es dar un rodeo por la posición con- traria. Esa parece haber sido ... francesa, la estadounidense–, con la para- dójica intención de presentar ...
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Viernes 5 de octubre de 2012 | adn cultura | 17

Libros reeditados Entre la culpa y la redención

pensamiento

Complejidad de una ciencia En un volumen colectivo, cuatro especialistas combinan aportes teóricos y metodológicos y estudian las perspectivas actuales de la antropología Una disciplina, cuatro caminos F. Barth, a. GinGriCh, r. Parkin , S. Silverman

Prometeo 475 páginas $ 120

Por Raquel San Martín

E

n ocasiones, para argumentar en favor de una idea lo más convincente es dar un rodeo por la posición contraria. Esa parece haber sido la intención del Instituto Max Planck de Antropología Social en Halle, Alemania, cuando para celebrar su inauguración formal, en 2002, organizó las conferencias “Cuatro tradiciones en antropología” –la británica, la alemana, la francesa, la estadounidense–, con la paradójica intención de presentar un centro de investigación “con una ética explícitamente internacional” y promover “el cosmopolitismo” en ese campo científico. Las conferencias, veinte en total, estuvieron a cargo de cuatro destacados antropólogos –Frederick Barth, André Gingrich, Robert Parkin y Sydel Silverman, respectivamente– cuyas intervenciones se recogen en este libro, y que en conjunto dan forma a un recorrido por la historia de la disciplina que dibuja ciertas recurrencias. Entre ellas, el peso que tienen las instituciones académicas de un país y sus disputas internas para definir los avances de una ciencia; el modo en que esa pertenencia institucional a menudo se paga con menor originalidad, y las controvertidas relaciones entre antropólogos y poderes políticos. Si algo puede reclamar la antropología como rasgo propio –que saludablemente ha exportado a otras disciplinas– es su insistencia original en la reflexividad sobre su propio trabajo. Los cuatro grupos de conferencias llevan la impronta de sus autores (y cabe aquí lamentar ciertas desprolijidades de edición). Así, Barth describe la tradición británica planteando un derrotero que entrelaza la vi-

da académica, la teoría y el trabajo de campo, en los textos más completos y ágiles del libro; Gingrich aborda la antropología alemana con el trasfondo de su siempre discutida relación con el régimen nazi, que describe en un capítulo inquietante; Parkin recorre la historia de una antropología francesa en la que la brecha entre el desarrollo teórico y la práctica etnográfica estuvo siempre presente, más allá de las “continuidades entre Rousseau y Baudrillard”, mientras Silverman usa el eje de las disputas y controversias teóricas que en Estados Unidos fueron enfrentando sucesivamente a materialistas y mentalistas, defensores y críticos del posmodernismo, positivistas y constructivistas a lo largo de un siglo. Los grandes nombres de la antropología pasan por las páginas –también los de otras disciplinas cercanas–, y los cuatro autores combinan los aportes teóricos y metodológicos de esos personajes con datos menos enciclopédicos sobre sus prácticas institucionales y sus vinculaciones políticas. Más allá del énfasis de todos los autores sobre la marcha hacia “una internacionalización cada vez más rápida de la disciplina”, como dice Silverman –algo que podría matizarse desde tradiciones periféricas, como la latinoamericana–, los textos constituyen una enriquecedora muestra de la arbitrariedad que siempre implica recortar la historia de una disciplina científica, elegir los nombres destacados, establecer linajes y conexiones. El resultado es, puede decirse, una historia de la antropología contada por sus “nativos”. Para cualquier antropólogo, sería un material de estudio imposible de resistir. C

Aunque había publicado ya otros libros, la aparición, en 1866, de Crimen y castigo convirtió a Dostoievski en una figura central de la literatura rusa. La trama podría reducirse a consignar que un joven estudiante asesina a una vieja usurera y luego se arrepiente. Sin embargo, el libro, a mitad de camino entre la novela psicológica y el policial, es mucho más denso que esa anécdota en su análisis de la culpa y en la postula ción de un camino de redención. Por su lado, Raskólnikov, el protagonista, persiste como uno de los personajes más complejos e inolvidables de la literatura. Esta nueva edición recupera la canónica y florida traducción del poeta Rafael Cansinos Assens . Crimen y castigo Por Fiódor Dostoievski Debolsillo, 688 páginas

Nueva condena de Prometeo

El renombre de la mansión suiza de Villa Diodati se debe a los sucesos del verano de 1816, cuando Lord Byron retó a su secretario, John Polidori, y a sus huéspedes, Percy Bysshe Shelley y la que sería su esposa, Mary Wollstonecraft, a escribir un relato de fantasmas. Del desafío surgieron dos textos, El vampiro, de Polidori, y la idea de lo que sería, luego de varias reescrituras, Frankenstein o el moderno Prometeo. A sus 21 años, Mary Shelley publicó la novela más significativa de la literatura gótica. Una versión del mito griego, basada en las especulaciones científicas de la época, en la que la ambición que despertaba el saber y el control de la naturaleza transformaba al hombre en el creador de sus peores monstruos. Frankenstein Por Mary Shelly Planeta, 256 páginas