Chile violento

23 sept. 2007 - También volvió la calma a rin- cones de marginación como La Legua y. Pudahuel Sur, donde ese día fue asesinado el cabo Cristián Vera, ...
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Buenos Aires, Domingo 23 de septiembre de 2007

Enfoques

SECCION

6

DEL PAÍS

Una Justicia para pocos El ex juez José Massoni, autor del libro La justicia y sus secretos, hace un diagnóstico inusualmente crítico sobre el sistema judicial

&

DEL MUNDO

A medio siglo de La rebelión de Atlas

audia Levin: “Si ellos tuvieran la fuerza, serían mejores” a cineasta argentina-israelí que cuenta en Bilin my love la tragedia de esa aldea atravesada por muro de Sharon, cree que si los palestinos hubieran ganado los judíos hoy serían perseguidos Página 6

Página 3

Considerado uno de los libros más influyentes de los EE.UU., continúa generando debate Página 4

[ AMERICA LATINA ]

Chile violento

LA GRAN DEUDA SOCIAL El último 11 de septiembre, fecha de gran potencia simbólica para el país, dejó al descubierto una cara poco conocida del Chile económicamente pujante. Cientos de jóvenes sin banderas políticas, provenientes de los barrios humildes de la periferia de Santiago, desafiaron a las fuerzas policiales, quemaron, saquearon y mataron. Mostraron el lado oscuro de un crecimiento que, pese a los éxitos macroeconómicos y a la disminución de la pobreza, no logra reducir la desigualdad ni paliar el desamparo de los jóvenes, presa fácil para el narcotráfico en ascenso Por Francisco Seminario SANTIAGO, Chile Todo está tranquilo ahora en la combativa Villa Francia, el corazón de la protesta política durante la dictadura de Pinochet que volvió a ser protagonista el 11 de septiembre pasado, en un nuevo aniversario del golpe. También volvió la calma a rincones de marginación como La Legua y Pudahuel Sur, donde ese día fue asesinado el cabo Cristián Vera, al parecer a manos de un chico de 18 años sin antecedentes, Eduardo Espinoza Bórquez, ahora preso. Volvió la normalidad al cordón de pobreza que rodea a Santiago y muy poco

FOTOILUSTRACION: MARIANA TRIGO VIERA

–apenas unos restos de neumáticos quemados en alguna esquina, la vidriera rota de una peluquería o los plásticos quemados de una parada de colectivos– recuerda la noche violenta del aniversario. Pero los chilenos se preguntan todavía qué fue lo que pasó y cómo fue posible que estas bandas de jóvenes armados doblegaran con su poder de fuego a las fuerzas policiales. Cómo fue posible que grupos que se suponían dispersos e incapaces de desafiar a las autoridades montaran una acción coordinada en varios frentes, hasta el punto de convertir algunos sectores de la

periferia en verdaderos campos de batalla. Se preguntan, en definitiva, cuánto poder tiene el narcotráfico en Chile. Porque lo que con el correr de los días se ha instalado aquí como algo más que una sospecha es que –al igual que en las favelas de Río de Janeiro o las villas de Buenos Aires, aunque ciertamente en menor proporción– los carteles de la droga están ganando terreno en los barrios pobres del sur de Santiago. “Llamó mucho la atención el grado de violencia y el acceso de estos jóvenes a armas pesadas”, resumió el analis-

ta Guillermo Holzmann, subdirector del Centro de Estudios de Seguridad Ciudadana de la Universidad de Chile. Pero en los barrios no fue tanto el asombro: es algo con lo que conviven todos los días. Apoyado contra la reja de su casa a pocos metros de donde vive la familia del chico Espinoza, en Pudahuel Sur, un vecino dijo que cuando baja el sol muchos no dejan salir a sus hijos a la calle. “Estas cosas pasan, andan los chiquillos con armas, no hacen nada, Continúa en la Pág. 5