Caballito azul

el secreto de sus alas, conversaba con los pájaros que, además, le enseñaban bellas canciones. Era muy feliz sintiendo el olor de las flores en la primavera.
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Caballito azul Verónica Rossel El caballo blanco galopaba orgulloso, agitando su cola rubia al viento. Había sido padre de un hermoso potrillo y todos en el establo festejaban a la madre, una yegua cobriza que acurrucaba con ternura al recién nacido. Pocos días después, el pequeño ya se puso de pie y comenzaba reconocer este mundo que le ofrecía sus aromas y sonidos. Los padres se fijaron que el potrillo tenía un pelaje de curiosos tonos azulados y la cola manchada de blancos y grises, lo que lo hacía diferente a los otros potrillos que ellos habían conocido entre sus amistades. Mamá yegua y papá caballo entregaban todo su amor a su primogénito, felices por este hijo distinto y hermoso que les alegraba la vida. Lo llamaron: Caballito Azul. Así fue pasando el tiempo y Caballito Azul saltaba, corría entre los pastizales y trotaba lejos. Su madre lo iba a buscar para que no anduviera solo de noche. Siempre lo encontraba dando brincos de alegría frente a las puestas de sol y mientras caminaban de vuelta a casa, conversaban alegremente. Caballito Azul le contó a su mamá que él siempre jugaba con Pegasín, un pequeño caballo alado, que era su mejor amigo. Ella, extrañada, comentó al papá acerca de este amigo imaginario de su hijo, pero él no se preocupó ya que siendo potrillo tuvo muchos amigos imaginarios. Caballito Azul era solitario y feliz, jugaba con las mariposas que le contaban el secreto de sus alas, conversaba con los pájaros que, además, le enseñaban bellas canciones. Era muy feliz sintiendo el olor de las flores en la primavera y bebiendo el agua cristalina de los riachuelos, hasta que llegó el momento de ir a la escuela. A Caballito Azul no le asustaba ir a la escuela; simplemente, no se imaginaba cómo podría ser una escuela. Además, pensaba que todos se reirían de su piel azul y de su cola manchada con nubes blancas y grises.

Lenguaje y Comunicación 1º Básico

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Temprano en la mañana su mamá puso en su mochila un par de manzanas rojas y verdes, entre perfumadas hierbas frescas. Luego ella y su papá lo acompañaron a la escuela. Caballito Azul trotaba lentamente, se detenía con cualquier pretexto: me duele un pie, la guatita, se me quedaron los cuadernos… Trotando, trotando llegaron a la última curva del camino y, entre los árboles vieron una cabaña de troncos rodeada de flores que tenía ventanales con cortinajes blancos. Antes de que Caballito Azul pudiera pensar en algo, se acercó la maestra a saludarlos. —¡Qué hermoso pelaje azul! —exclamó la maestra cuando lo vio. Caballito Azul estaba tan sorprendido, que sus orejas se pusieron intensamente azules. Entonces, se dio cuenta que la maestra tenía una larguísima cola verde que se le enredaba entre las patas. Además, allí había muchos animales de distintos colores con rayas, con pintas, con manchas y todos jugaban alegremente a la ronda de las colas.

Lenguaje y Comunicación 1º Básico

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