Buitres: las siete palabras clave

30 jun. 2014 - Hace un tiempo visitó Buenos Aires un execonomista académico que ocupa un cargo ejecutivo en una empresa multinacional y me sorprendió ...
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Lunes 30.6.2014

Buitres: las siete palabras clave Por: Fernando Navajas

Hace un tiempo visitó Buenos Aires un execonomista académico que ocupa un cargo ejecutivo en una empresa multinacional y me sorprendió por la crudeza con la que me recibió cuando me invitó a tomar un café en un bar. Me pidió que no le cuente qué estaba pasando porque ya lo sabía. Ni que le cuente lo que yo haría porque era irrelevante. Sólo quería saber lo que yo pensaba que estratégicamente podría hacer el Gobierno, no lo que debería hacer. Esto vale a propósito de la catarata de comentarios que han circulado durante estos días sobre el tema de los holdouts. Se ha escrito mucho sobre lo que está pasando y lo que uno haría o desearía, pero no mucho sobre lo que el Gobierno va a terminar haciendo. "No les paguen a los fondos buitre" bien podrían haber sido las siete palabras del último mensaje de Néstor Kirchner. Por eso en los próximos 30 días CFK y su círculo íntimo van a definir de qué forma quieren cerrar un ciclo de 12 años en el poder. Las opciones que se abren son fáciles si se las mira desde una visión pragmática y se les da la dimensión cuantitativa que se merecen. Y son terriblemente difíciles si se las mira desde los elementos más profundos o doctrinarios que inspiraron el modelo políticoeconómico que Néstor Kirchner imaginó en 2003. Con el default del año anterior la Argentina se había bajado del tren de países llamados emergentes que participan en el mercado de deuda voluntaria para decir que no volvía a subirse nunca más. La fuerte recuperación de la economía y el boom de commodities apuraron al Gobierno a hacer un señalamiento inequívoco de esa estrategia al despedir al auditor (el FMI), con una indemnización costosa pero necesaria para darle credibilidad a la medida. Y esto estaba en sintonía con una estrategia muy dura para maximizar la quita de la deuda que se llevó a cabo. "Lean mis labios" (read my leaps) al mejor estilo Clint Eastwood sería una frase precisa para aplicársela a Néstor Kirchner. La Argentina no tuvo mejor suerte que tener a alguien que lucía como muy jugado a maximizar esa quita. La encuesta de Poliarquía de la semana pasada dice que una mayoría le reconoce esto a NK. Pero al mismo tiempo no tuvo peor suerte que enfrentarse a un grupo de pacientes estrategas del lado opuesto, aprovechando los cabos sueltos que todavía tiene (o seguirá teniendo, sobre todo después de esto) el no-sistema internacional de resolución de defaults de deuda soberana. Y perder las condiciones macroeconómicas para pelear esta batalla (que eran las de tener superávit fiscal y externo y un tipo de cambio competitivo) se parecen mucho a la estrategia reciente de "Maravilla" Martínez. Hacer una negociación con los fondos especulativos como la que se abre esta semana en Nueva York es muchísimo más que un simple acuerdo para completar la negociación de la deuda con los acreedores. El Gobierno va a enfrentar algo que ya intuye en el marco de esta negociación que ahora se abre, si es que llega a abrirse en realidad. Que las condiciones van a ser muy poco flexibles (como lo fueron los casos de Repsol, el Club de París y en cierto modo el CIADI) y que casi no hay márgenes para evitar una situación de rendición incondicional frente a los fondos. La presión que el Gobierno tiene para aceptar esto y avanzar a una negociación exitosa es más fuerte dentro de la Argentina que fuera de ella, porque la alternativa de organizar un default selectivo o técnico y entrar en rebeldía con la ley norteamericana tiene costos potenciales muy grandes. Desde el punto de vista del Gobierno es algo mucho más oneroso políticamente y lo va a presentar como una cuestión de soberanía nacional. En instancias como éstas, que las vimos antes en el caso de YPF o en menor medida de las AFJP y la reforma al BCRA, el Gobierno eleva la apuesta al máximo nivel político para pasar a interpelar a la oposición y obligarla a definirse al respecto. La oposición ya se pronunció en los medios por la normalización y resolución negociada del conflicto. Pero la interpelación del Gobierno a la oposición nunca fue antes mediática sino a través de un proyecto de ley enviado al Congreso. Y si esta vez ocurre lo mismo se va a plantear a través de una modificación de la ley cerrojo en donde la oposición va a tener que dejar las huellas dactilares.

La resistencia a la baja de los mercados frente a la delicada situación que enfrenta la deuda argentina ha sido notable. Los mercados están convencidos de que desde un punto de vista pragmático tanto el Gobierno como la oposición tienen todos los incentivos políticos para que se acuerde un pago a los holdouts aun al costo de dejar abiertos flancos al futuro (cosa que los mercados no pueden descontar bien). Al mismo tiempo, los mercados le están haciendo su propio señalamiento al Gobierno de que las cosas van a venir muy bien, tanto en precios como en volúmenes de financiamiento, si la Argentina no saca los pies del plato. Si el Gobierno hace un giro, aunque sea secreto, y la negociación con los holdouts avanza, la Argentina se está subiendo nueva y voluntariamente al tren de los países emergentes emisores importantes de deuda y con ello viene un paquete de cambios importantes, entre ellos un acuerdo para la realización de un informe no vinculante de tipo Capítulo IV por parte del FMI. Por lo pronto, y siguiendo la crudeza del economista comentada al comienzo, uno tiene que distinguir entre lo que uno quisiera ver y lo que va a ocurrir. Si las siete palabras de NK prevalecen, entonces la presión para no falsificar la estrategia seguida desde 2003 va a ser muy fuerte y no vamos a ver una negociación exitosa. Si ése fuera el caso, lo que vamos a ver en cambio es un retorno al plan B de pagar en Buenos Aires y preparar la macroeconomía para un ajuste costoso. Al menos esto va a tener que ponerse sobre la mesa de modo creíble.