Armas militares en las calles

25 nov. 2010 - propios militares sospechan que esos hurtos tienen que ver con posteriores asaltos a camiones blindados. En los últimos dos años, las Fuer-.
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INFORMACION GENERAL

I

Jueves 25 de noviembre de 2010

INSEGURIDAD s EL ACCESO DE LOS DELINCUENTES A PODEROSO ARMAMENTO

Armas militares en las calles

Antecedentes

En los últimos dos años, las FF.AA. perdieron 14 fusiles FAL, pistolas y hasta una ametralladora antiaérea DANIEL GALLO LA NACION La banda que operó anteayer en la Panamericana mostró su capacidad de fuego. También su organización para que cada automóvil cumpliera un rol específico en el asalto. El propio gobernador bonaerense, Daniel Scioli, aseguró que el movimiento del grupo atacante exhibía una planificación prácticamente militar. El armamento usado, al menos, es de natural uso castrense. ¿Cómo llega a los delincuentes? Los robos y pérdidas de armas dentro de los cuarteles son casi constantes. Los propios militares sospechan que esos hurtos tienen que ver con posteriores asaltos a camiones blindados. En los últimos dos años, las Fuerzas Armadas perdieron –por robos o descuidos– 14 fusiles de asalto liviano (FAL), tres subametralladoras Halcón 9mm, 31 pistolas Browning 9mm y una ametralladora MAG 7,62mm. A ese armamento, cuyo destino es investigado por diferentes juzgados, se le suma un arma muy potente que los investigadores tienen inquietud de que aparezca en algún asalto: una ametralladora antiaérea calibre 50, sustraída en marzo de 2009 en el regimiento de Pigüé.

El robo de armamento más importante en los últimos años ocurrió en el Grupo de Guerra Electrónica de la Fuerza Aérea, situado en las cercanías del Aeroparque. Una requisa sorpresiva en esa base descubrió en agosto último que sólo en esa sala de armas faltaban dos FAL, 3 subametralladoras y 27 pistolas. En ese robo se sigue como línea de investigación el hurto cometido por militares. No hubo violencia ni se forzaron puertas. De todas maneras, las declaraciones públicas del jefe de la policía bonaerense, comisario general Juan Carlos Paggi, apuntaron a señalar un robo sucedido en Campo de Mayo en julio del año pasado como posible canal logístico del que se habrían nutrido de armamento los delincuentes que actuaron en la Panamericana. Quizás el jefe policial ponga en foco ese robo anterior por la forma en que se desarrolló, ya que entonces tres asaltantes se mimetizaron como soldados para caminar por la principal base del Ejército, coparon una guardia y se escaparon con tres FAL y varios cargadores de municiones. Municiones en el mercado negro de armas no faltan para esos fusiles de asalto. En el regimiento de Uspa-

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llata fueron robados más de dos mil cartuchos en 2008. El armamento sustraído a las Fuerzas Armadas ya fue utilizado en robo a camiones de caudales. En octubre de 2000, LA NACION fue testigo de la llamada que recibió el entonces jefe del Ejército, teniente general Ricardo Brinzoni. “Las armas son

de ustedes”, le dijo su interlocutor en el teléfono, el entonces jefe de la Policía Federal, comisario Rubén Santos. Apenas habían pasado minutos de un intento de asalto en Aguas Argentinas, en el barrio de La Boca. Santos le informaba a Brinzoni que se habían secuestrado FAL y una ametralladora antiaérea calibre 50

con el logo del Ejército. La investigación judicial permitió detener a un suboficial del Comando de Arsenales, quien alquilaba esas armas. En el armamento, que figura como perdido por el Ejército, hay siete FAL que fueron denunciados como extraviados en maniobras del Colegio Militar en el río Uruguay, en julio de este año. La Compañía de Comandos 602 denunció que una ametralladora MAG se cayó al río Paraná. En las Fuerzas Armadas se afirma que en los últimos años mejoraron los controles sobre las salas de armas, con verificaciones sorpresivas para evitar el “alquiler” del armamento. También se tomó otra resolución para evitar los robos a los guardias: permitir que esos efectivos tengan sus armas con el cargador colocado. Es que antes de esa directiva los centinelas realizaban su tarea con el armamento descargado. Sólo debía llegar un delincuente con una pistola para reducir a todo un grupo de soldados y quedarse con los apetecibles fusiles de asalto. Más allá de los robos a guarniciones, oficiales de fuerzas de seguridad afirman que en el mercado negro local se pueden conseguir fusiles como los rusos Kalashnikov o los norteamericanos AR 15.

Fangio y García, los policías que lloró todo San Nicolás ENVIADO ESPECIAL SAN NICOLAS.– Una mujer llora en silencio a un costado de la entrada del local de la UOM donde están velando los restos del teniente Darío Fabián García y el subteniente Rubén Darío Fangio. La mujer, llamada Zulma, es la esposa de García. Todo el dolor de esa mujer está concentrado en su rostro, es como si la cara le pesara. Una amiga la abraza y le acaricia la cabeza. En la calle y las veredas, envueltos en el calor brumoso de la tarde, hay decenas de amigos y familiares de las víctimas, vecinos, periodistas, policías bonaerenses y federales, hombres de la Prefectura y del Servicio Penitenciario; muchos de los policías visten el uniforme de gala, con las camisas blancas y con luto. El que está sentado a la entrada de la UOM no viste uniforme, sino un jean y una remera blanca. Los ojos son pequeñas ranuras rojas y la espalda está doblada como una hoz. Llora en silencio, como la esposa de García. El policía que llora se llama Angel Torres y era amigo y compañero de Fangio. Dice, con la voz débil: “Hacíamos los traslados de caudales juntos, pero ese día no fui. El tenía una familia y yo no, yo no tengo nada. Me tendrían que estar velando a mí. ¿Qué van a hacer los chicos?”. Fangio tenía una esposa, Fabiana, y dos hijos: Lucas, de 16 años, y Valentina, de 10. Mientras Torres recuerda a su amigo, los compañeros de 4° año, primera división, de la Escuela Técnica N° 2 rodean a Lucas y una vez consiguen que el chico sonría, pero no debe haber una sonrisa menos alegre que esa. Mas atrás hay otro grupo de chicos y chicas, los amigos de Micaela, de 13 años, y Bruno, de 16, los hijos de García. Torres cuenta que su amigo era el asador del grupo, que nadie hacía el pollo al disco como él, y entonces se acerca Néstor, empleado del Banco Provincia, donde los policías hacían horas adicionales. Néstor palmea la espalda de Torres y dice: “Estaba terminando el quincho para despedir el año con un asado, como a él le gustaba… Las cosas tienen que cambiar. Ellos nos cuidan la vida por dos pesos

con cincuenta. Eso no puede ser”. Román, primo hermano de Fangio, dice: “Era un tipo muy jodón, siempre estaba de buen humor… Decía que se iba a morir, que siempre le disparan primero al que maneja, pero eran chistes… chistes. El manejaba la camioneta”. La tarde avanza lentamente y él parece cada vez más caliente. Llegan un grupo de jefes policiales y unas motos que se estacionan frente a la sala velatoria. Zulma, la esposa de García, no ha hablado. Sigue allí, quieta. Luis, el marido de la amiga que la abraza, se acerca a LA NACION. “Darío era un muchacho excepcional –dice Luis–. En el barrio no le tenían recelo porque era policía, viste que muchas veces ese recelo está, pero con el no… Sabíamos ir a pescar las dos familias. El con su esposa y sus dos hijos y yo con la mía y los cinco chicos. Adoraba estar con los hijos. La última vez que nos juntamos fue para arreglar las vacaciones. Nos tomamos unos mates y decidimos ir a pescar, como siempre, por acá nomás.” Luis y su mujer pasaron toda la noche en la casa de García, con la viuda y los chicos. No durmieron, sólo esperaron que les entregaran el cuerpo. Eso ocurrió a las 7.30. Dicen que a las cinco llevarán los cuerpos al cementerio. Adentro, en el local de la UOM, sentado en un banco, hay un hombre con la mirada perdida en las baldosas. Se llama Mario y es amigo de García desde que eran niños y vivían en Laguna Pai, en Santa Fe. “Eramos tres amigos: Darío, Luis y yo. Luis se murió electrocutado cuando teníamos 17 años. Quedábamos nosotros dos, y ahora solamente quedo yo”. Algo se le atraviesa en la garganta. Mira las baldosas. Continúa: “El era muy familiero. Es que cuando era chico, su madre se fue y cuando tenía 13, su padre se murió. Por eso cuidaba mucho la familia”. Los coches fúnebres estacionan frente a la entrada de la UOM. Los autos avanzan lentamente hacia el cementerio. La gente camina a los costados y detrás de los coches. Cinco o seis cuadras después, en la entrada del cementerio, la banda de la policía interpreta la marcha fúnebre.

Paggi recibió fuego cruzado de reclamos SAN NICOLAS (De un enviado especial).– El jefe de la policía bonaerense, Juan Carlos Paggi, llega cerca de las 16. Entra allí donde están velando a los policías. Cuando sale, habla con los periodistas sobre el optimismo de la investigación, sobre el dolor por haber perdido a dos hombres tan valiosos, sobre el honor y la valentía de los policías y la cobardía de los delincuentes. Entonces, se acerca una mujer, Nora Gómez, amiga de uno de los asesinados y madre de una joven policía de 27 años. La mujer le

habla a Paggi, frente a frente, con voz trémula: “Están contentos porque salvaron el blindado… ¿y las personas? Yo tengo una hija en la policía, es una criatura, y no tienen vehículos blindados, ni siquiera tienen cinturón de seguridad”. El jefe Paggi escucha a la mujer y le dice a un subordinado que atienda el reclamo. Otro amigo de García, Willy Escalante, hace otro reclamo: “¿Por qué sólo se blindan los camiones de caudales?”. Las respuestas calman los ánimos, pero no conforman.

Un sistema nuevo En el distrito acaban de ser instaladas 31 cámaras de seguridad. El proyecto es llevarlas a 160.

Ciudad de Buenos Aires

Plazas custodiadas La colocación de 500 cámaras en la ciudad permitió desbaratar varios intentos de robo.

Tigre, con experiencia

En causas judiciales Las imágenesde las más de 450 cámaras del distrito ayudaron en investigaciones judiciales

Las cámaras de video, otra vez protagonistas

Ambos eran los conductores de los patrulleros que custodiaban el camión blindado atacado RAMIRO SAGASTI

En Vicente López

Activas en el conurbano norte, Ezeiza y la Capital

MARIO GARCIA

Abrazos y lágrimas entre los compañeros de los policías asesinados Rubén Fangio y Darío García

Apresan a un sospechoso de matar a un cabo de la Federal Tiene 27 años y posee varios antecedentes; dolor en el sepelio del policía Mientras se realizaba ayer en la Chacarita el sepelio del cabo primero Javier Lozano de la Policía Federal, asesinado de cinco tiros el lunes pasado en Villa Madero, personal de investigaciones de la policía bonaerense detuvo a un joven con antecedentes penales, quien fue imputado del crimen. Fuentes judiciales y policiales informaron a la agencia Télam que el sospechoso, identificado como Osvaldo Fleitas Gómez, de 27 años, fue reconocido por tres de los testigos como uno de los delincuentes que cometieron el asalto a una pizzería, en el que asesinaron a tiros a Lozano, de 34, quien era acompañado por su esposa, embarazada de seis meses. La rueda de reconocimiento de personas fue realizada en la tarde de ayer a pedido de la fiscal de la causa, Celia Cejas Martín, de la Unidad Funcional de Instrucción (UFI) N° 1, del Departamento Judicial La Matanza. Los tres testigos que reconocieron a Fleitas Gómez estaban en la cuadra de la pizzería y lo vieron cuando huía, pero no lo individualizaron el pizzero, debido a que estaba en el fondo del local, y una mujer, porque quedó en estado de shock. Se agregó que, a partir de los elementos reunidos, la fiscal pidió la detención del acusado, que fue otorgada por la jueza de Garantías N° 1 de La Matanza, Mary Castillo. La fiscal y la jueza le imputan los delitos de robo agravado por el uso de arma de fuego en concurso real con homicidio calificado por la condición de funcionario de una fuerza de seguridad, precisaron los voceros judiciales. Los mismos informantes señalaron que la pesquisa continúa para identificar y localizar a un segundo delincuente que participó del crimen del cabo Lozano.

TELAM

El dolor de la esposa del policía asesinado, durante el sepelio Durante el velatorio de Lozano, en tanto, realizado en una cochería de la avenida Córdoba al 3500, en el barrio de Palermo, el jefe de la Policía Federal, comisario general Néstor Vallecca, dijo que el aprehendido había estado preso días atrás.

Delincuentes “descerebrados” “Hace menos de un mes fue detenido en la Capital por un hecho grave de robo a mano armada y ya estaba en libertad”, precisó el jefe de policía. Vallecca calificó de “descerebrados” a los autores del crimen y consideró que “habrá que hacer un replanteo general y primero que nada reconocer que lo que está en crisis es la primera institución: la familia”. También estuvo en la casa velato-

ria el jefe de la policía bonaerense, comisario general Juan Carlos Paggi, pues el padre de Lozano es policía retirado de esa fuerza y pidió especial autorización para despedir a su hijo con el uniforme reglamentario. Durante el velatorio, la hermana del policía asesinado, Paula, reiteró que a Javier “lo acribillaron, lo asesinaron, le pegaron un tiro y jugaron con él”. La mujer pidió perdón a familiares de víctimas del delito por no haberse involucrado más cuando vio casos como éstos por televisión. “Pido perdón a todas las madres por no haberme involucrado más cuando lo veía por TV porque ahora entiendo el dolor en la mía propia, en mi madre”, expresó ahogada en llanto.

Las filmaciones de las cámaras de seguridad de Tigre volvieron a mostrar crudas imágenes del delito, esta vez, en el cruento intento de robo del camión de caudales del Banco Provincia en la autopista Panamericana, en el que fueron asesinados dos policías. Es posible que esos registros, tanto los que se conocieron públicamente como aquellos que son celosamente guardados por las autoridades, contribuyan a la investigación del crimen. Cada vez más distritos adoptan los sistemas de circuito cerrado y monitoreo en video para registrar situaciones especiales, tanto delictivas como de emergencias. Tigre y San Isidro tienen 450 y 400, respectivamente, según confiaron ayer a LA NACION. Y Ezeiza también se cuenta entre los municipios pioneros a la hora de incorporar la tecnología de videocámaras de vigilancia. En la zona norte, recientemente Vicente López instaló una treintena de cámaras, de las 160 previstas para principios de 2011. La instrumentación de ese sistema (las videocámaras, el equipamiento del centro de monitoreo y siete patrulleros blindados asignados a la atención de las alertas del dispositivo) fue solventado con fondos del Plan de Seguridad Ciudadana, impulsado en marzo pasado por el Poder Ejecutivo Nacional. La Capital no es ajena a esta tendencia de sumar tecnología para mejorar los estándares de vigilancia y prevención. Actualmente, monitorea unas 500 desde un centro único de comando y control. El jefe de la Policía Metropolitana, Eugenio Burzaco, dijo a mediados de este año que la intención del gobierno porteño es contar con un millar de videocámaras para marzo próximo. En rigor, hace más de dos años que las videocámaras se usan con función preventiva en la ciudad de Buenos Aires. Es en Puerto Madero donde el control de los artefactos instalados corre por cuenta de la Prefectura Naval, fuerza federal con jurisdicción en la zona. Además de los aparatos instalados por los municipios, hay miles de cámaras particulares, colocadas en edificios, en interiores de negocios o en lugares abiertos en comercios de gran envergadura (estaciones de servicio, estacionamientos de centros comerciales, etcétera). Aunque las videocámaras particulares no pueden ser integradas a los sistemas de control unificado de los gobiernos, sí aportan imágenes capaces de ser merituadas como indicios o pruebas en investigaciones penales. Eso, por caso, sucede con las cámaras en instituciones bancarias y en las instaladas en cajeros automáticos. En la Capital existe un sistema mixto: en zonas comerciales de algunas zonas (Recoleta, Bajo Flores), se instalaron cámaras tipo domo, financiadas por vecinos y controladas desde las centrales del gobierno.