apologetica/pdf/La reforma apostolica


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¿Se sostiene Bíblicamente la Reforma Apostólica? Artículo escrito por: Cynthia J. Jiménez Ramos, D. Min. ObreroFiel.com usa este artículo con permiso

Para poder entender si es Bíblico o correcto que tengamos actualmente esta multitud de hombres que se hacen llamar "apóstoles", tenemos que revisar en qué consiste la llamada "Reforma

Apostólica".

El fundamento principal de la proposición apostólica reposa sobre un principio muy problemático y Bíblicamente inaceptable que lee de la siguiente manera: "El establecimiento del gobierno apostólico anulará el gobierno de Satanás" (esto se puede encontrar en más de un escrito de los propulsores de la reforma)1. Según los reformistas, a medida que van surgiendo apóstoles las tinieblas se disipan y el reino de Dios es establecido en la Tierra. De esta manera, ya queda en un segundo plano el poder, la soberanía y la importancia de Dios en la escena mundial quedando en manos de unos pocos hombres el futuro del reino de Dios. Solo esta aseveración y propósito en el que se sostiene la reforma nos demuestra su carácter anti-bíblico pues la Palabra claramente establece que el hombre es solo barro en las manos del Alfarero; ¿Quién pues, es el hombre para determinar las obras de Dios o para ayudar a Dios a hacer su soberana voluntad? (Romanos 9:20-22) ¿Está el hombre llamado a hacer que venga el reino de Dios a la Tierra? Jesús dijo: “Pero si yo por el Espíritu de Dios echo fuera los demonios, ciertamente ha llegado a vosotros el reino de Dios.” (Mateo 12:28) De esta manera Jesús dejó claro que en El estaba la llegada del reino de Dios. Por tanto, decir que el reino será establecido mediante un grupo de hombres con unciones especiales es quitarle a Dios el poder y la autoridad para dársela al hombre. Sería elevar al hombre al lugar de Dios suplantando a Cristo, pero sobretodo, esto sería llamar a Cristo mentiroso por cuanto El estableció que su reino ya había llegado. Además, anular el gobierno de Satanás es algo que proféticamente le corresponde solo a Cristo y no a los hombres tal como lo describe Apocalipsis 19: “Y la bestia fue apresada, y con ella el falso profeta que había hecho delante de ella las señales con las cuales había engañado a los que recibieron la marca de la bestia, y habían adorado su imagen. Estos dos fueron lanzados vivos dentro de un lago de fuego que arde con azufre.

1

Rony Chaves. “El gobierno apostólico anulará el gobierno de Satanás”, pág. 1.

Y los demás fueron muertos con la espada que salía de la boca del que montaba el caballo, y todas las aves se saciaron de las carnes de ellos.” (V.20-21) Decir que el hombre anulará el gobierno de Satanás es quitarle a Jesús su papel protagónico en los eventos del fin y negar las palabras contenidas en las Sagradas Escrituras que demuestran que el reino físico de Jesús será establecido solamente por medio de Él. En 1 Corintios 15:24-27 se demuestra esto muy claramente: “Luego el fin, cuando entregue el reino al Dios y Padre, cuando haya suprimido todo dominio, toda autoridad y potencia. Porque preciso es que él reine hasta que haya puesto a todos sus enemigos debajo de sus pies. Y el postrer enemigo que será destruido es la muerte. Porque todas las cosas las sujetó debajo de sus pies.” Queda claro que, según la Biblia, será Cristo quien suprimirá, anulará y pondrá por debajo de sus pies todo poder de las tinieblas cumpliéndose así la profecía más antigua sobre el Mesías contenida en Génesis 3:15: “Y pondré enemistad entre ti y la mujer, y entre tu simiente y la simiente suya; ésta te herirá en la cabeza, y tú le herirás en el calcañar.” La Reforma Apostólica le quita a Jesús su lugar profético como Mesías prometido para anular el poderío de Satanás y coloca esta responsabilidad en una élite de apóstoles. Entonces, esta reforma eleva la persona del apóstol (y a veces del profeta) a un nivel casi idéntico a Dios. Un ejemplo claro de lo expuesto es la siguiente cita de Kenneth Haggin muy abrazada por los reformistas: "El hombre fue creado en términos de igualdad a Dios y puede levantarse ante la presencia de Dios sin sentido alguno de inferioridad"2. No obstante, recordemos que precisamente esta postura fue la que provocó la caída de Satanás: "Tú que decías en tu corazón: Subiré al cielo; en lo alto, junto a las estrellas de Dios, levantaré mi trono, y en el monte del testimonio me sentaré, a los lados del norte; sobre las alturas de las nubes subiré, y seré semejante al Altísimo." (Isaías 14:13-14) Esta actitud de los reformistas apostólicos - que derivan muchas de sus ideas de la doctrina de la "Nueva Era"3 - es muy diferente a la actitud asumida por Jesús, y que es la que como

2

Citado en El cristianismo en crisis, pág. 11. Esta doctrina promueve la creencia de que el ser humano es en sí mismo divino e igual a Dios; por esta razón, esta religión hace mucho hincapié en la realización de las metas y sueños del ser humano. Uno de los pilares de la Nueva Era sostiene que el ser humano tiene que buscar el éxito, la satisfacción y la prosperidad material pues se ve como meta suprema la obtención del placer y una mejor vida terrenal por cuanto se considera a la persona como perteneciente a la divinidad. Se relaciona la cercanía a Dios y la espiritualidad del ser humano con el éxito y la obtención de bienes materiales. Si se comparan estos postulados con los propuestos actualmente por los reformistas que predican el llamado Evangelio de la Prosperidad no se encontrarán grandes diferencias. 3

creyentes tenemos que imitar tal como dicen las Escrituras: "Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús, el cual, siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse, sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres; y estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz." (Filipenses 2:5-8) Hoy día se ha hecho un problema del título "apóstol”. No obstante, lo importante es ver en qué consistió realmente, y desde un punto de vista histórico, el ministerio de los Apóstoles de Jesucristo. Resumiendo, el oficio del Apóstol consistía en ir a lugares donde el Evangelio de Jesús no hubiera sido proclamado y evangelizar. Luego, le correspondía discipular e instruir

los

nuevos

convertidos

en

la

sana

doctrina

de

Jesucristo.

También

era

responsabilidad del Apóstol dejar una congregación de creyentes establecida con sus respectivos dirigentes. Al culminar esta labor, entonces partía a otro lugar donde no se hubiera predicado el Evangelio para comenzar de nuevo el mismo patrón de evangelización, discipulado y establecimiento de congregaciones. Luego, el Apóstol tenía que mantenerse visitando las congregaciones levantadas y velando por ellas. La labor Apostólica/Misionera de Pablo es un excelente ejemplo de lo que es un verdadero ministerio apostólico. Como ya se vio, espiritualmente hablando, la Reforma Apostólica no es Bíblica pues su fundamento atenta contra la sana doctrina y la soberanía de Dios negando una verdad fundamental que salió de los labios de nuestro Señor: el reino de Dios ha llegado por medio de Él y solo a Él le corresponde anular el gobierno de Satanás tal como está profetizado desde hace miles de años (Génesis 3:15, Salmo 8:6). Sobre todo, la Reforma Apostólica eleva al hombre a un lugar divino que no le corresponde. Se fundamenta en el pecado de Lucifer: tratar de tomar el lugar de Dios y ser semejante (o igual) a Él, cuando el ejemplo que nos dejó Jesús totalmente opuesto.

No obstante, desde el punto de vista histórico

tenemos que concluir que hoy día quienes sí cumplen la labor apostólica a cabalidad son los misioneros desconocidos de los que nadie habla- ni reconocen- que se encuentran en lugares inhóspitos predicando a Cristo y levantando comunidades de fe, arriesgando sus vidas en lugares donde se castiga con muerte la predicación (más de 40 países de la ventana 10/40) por amor a Dios y a las almas. Hoy día, se puede decir que el ministerio apostólico sigue vivo pero no en los llamados Apóstoles que viven muy glamorosamente, que poseen aviones privados y viajan de congreso en congreso, adjuntando Iglesias ya levantadas, y en las que ellos no trabajaron,

bajo la mal llamada "cobertura apostólica", sino en aquellos que por amor a Dios entregan sus vidas por el Evangelio. Desde este punto de vista, el ministerio apostólico nunca ha estado muerto sino que ha estado por siglos, en manos de misioneros que, como Jesús, no ven los títulos como cosa a qué aferrarse, sino que prefieren hacer lo que los apóstoles hicieron a ser reconocidos como tal. Bibliografía Chaves, Rony. “El gobierno apostólico anulará el gobierno de Satanás”. Hanegraaff, Hank. El Cristianismo en Crisis. Hunt, David. “¿Progreso en la religión?” Slick, Matt. “What is the New Age Movement?” ObreroFiel.com- Se permite reproducir este material siempre y cuando no se venda.