ALEXANDER GILLESPIE invasiones inglesas

BUENOS AIRES Y EL INTERIOR. Observaciones reunidas durante una larga residencia, entre 1806 y 1807, con una relación preliminar de la expedición.
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ALEXANDER GILLESPIE BUENOS AIRES Y EL INTERIOR Observaciones reunidas durante una larga residencia, entre 1806 y 1807, con una relación preliminar de la expedición desde Inglaterra hasta la rendición del Cabo de Buena Esperanza, bajo el mando conjunto de Sir David Baird, G.C.B. y Sir Home Popham C.C.B. Ed. El elefante blanco. Bs. As. 2000 (1ª edición en Londres 1818) [SELECCIÓN DE FRAGMENTOS] 67) La noticia dada por Mr. Russel, fue que una gran suma de dinero había llegado a Buenos Aires desde el interior del país para ser embarcada rumbo a España en la primera oportunidad; que la ciudad estaba protegida solamente por unas pocas tropas de línea, cinco compañías de indisciplinados blandengues –tomados de entre las clases bajas- ; y que se acercaba la festividad de Corpus Christi, que atraía la atención de todos, terminando en escenas de borrachera general y tumulto, ofreciendo una favorable oportunidad para atacar la ciudad. ----------------------------74) El marqués de Sobremonte, virrey de la provincia, había sido de los primeros en abandonar el campo, y fue también el primero en dejar el asiento de su dignidad y gobierno. Todas las lenguas hablaban libremente de su conducta, y no dudo que su fuga precipitada dio un golpe serio y duradero a la autoridad y al honor de la Corona en la estimación popular. 84) [En el tiempo que permanecimos en Buenos Aires, el Cabildo] se beneficiaba con la gran deferencia que les tributaba la masa popular, a cuyas pasiones irregulares podían dar el rumbo que eligiesen. En cualquier otra crisis esta corporación podría haberse inclinado, no obstante su mayoría de españoles, a haber sostenido objetivos revolucionarios, porque en su máxima parte eran individuos que por una mezcla de vínculos e intereses estaban destinados a concluir sus días en este suelo y que, habiendo dado un adiós eterno a Europa, habían así identificado sus bienes y felicidad con los de América del Sur. Pero nuestra hostil llegada revivió en ellos todas las animosidades nacionales y ahogó todo otro sentimiento que no fuese el afán de lograr nuestra expulsión. Este impulso movía también a todos sus colegas nativos, que no tenían sino escasa comprensión política más allá de los sucesos del momento, y cuya lealtad, combinada con su interés, los inducía a aceptar prontamente cualquier pretexto sugerido para la conducta de la corporación en general. 85) Debe advertirse, además, que todos ellos reconocieron el dominio británico bajo el testimonio de sus juramentos... Aunque esos convenios están lejanos en el tiempo y no tienen aparentemente ninguna relación con la historia de la América del Sur tocante a la época presente, sin embargo llego a la conclusión de que se hallará que tienen estrecha intimidad con ella, después de revisar las circunstancias, desde la primera hasta la última, y que esas violaciones del honor, que las autoridades españolas ejercieron contra nosotros en 1806, fueron las piedras fundamentales de la revolución que se implantó en aquella capital en 1810, por detener nuestras personas a despecho de una estipulación solemne en contrario, y por extender con ellas, consecuentemente, una asociación de nuestras opiniones entre una comunidad ignorante, y por excitar un espíritu marcial entre los nativos para la propia defensa en su origen, pero vigorizado por el crecimiento y finalmente poderoso, y bastante ilustrado para derribar a quienes lo levantaron y para construir la independencia del país sobre sus ruinas. 103) A mediados de julio una circunstancia reveló la existencia de un complot para derrocar nuestro gobierno, y los cabildantes aparecían como sus actores principales. 111) A partir del 12 de agosto de 1806, podemos dar esa fecha como origen de su carácter militar, empezaron los criollos a conocer su propia importancia y su poder como pueblo, y aunque tengan pocos motivos para regocijarse por el triunfo sobre nada más que un regimiento efectivo, no obstante, el resultado les infundió una confianza general en sí mismos, un nuevo espíritu caballeresco entre todos y una conciencia de que eran no solamente iguales en valentía, sino superiores en número a esas legiones más regulares con que habían cooperado, y por las cuales hasta aquí habían sido mantenidos en sujeción tan largo tiempo.