Agudeza y arte de ingenio

8 mar. 2008 - nal enlace de la reflexión filosófica con la política, el psicoanálisis, la literatura y la cultura popular– se modula a varias voces. Entre ellas, la de ...
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NO ES PAÍS PARA VIEJOS

CRÍTICA DE LIBROS

POR CORMAC MCCARTHY DEBOLSILLO TRAD.: LUIS MURILLO 242 PÁGINAS $ 23

ENSAYO

Agudeza y arte de ingenio Con una original articulación de psicoanálisis, literatura, reflexión filosófica y cultura popular, el esloveno Mladen Dolar explora todas las modulaciones y funciones de la voz humana

Sangre y balas P Chaplin en El gran dictador ARCHIVO

L

a voz y la presencia de Slajov Žižek, que escribe desafiando la velocidad de la luz y de quien se han traducido más de veinte títulos al español, pueden producir el espejismo de que en la escuela eslovena de filosofía hay una sola voz, una voz y nada más. Pero el tono predominante de esta escuela –el original enlace de la reflexión filosófica con la política, el psicoanálisis, la literatura y la cultura popular– se modula a varias voces. Entre ellas, la de Mladen Dolar, que los lectores recordarán por su participación en el ya histórico libro Todo lo que usted quiso saber sobre Lacan y nunca se atrevió a preguntarle a Hitchcock, compilado por Žižek. Una voz y nada más comienza con una historia: en medio de una batalla, hay una compañía de soldados italianos atrincherados y su comandante, con voz alta y clara, ordena “soldados, ¡ataquen!”. Como nadie se mueve, vuelve a gritar más alto, “soldados, ¡ataquen!”. Cuando repite la orden por tercera vez se produce un efecto: una pequeña voz, desde las trincheras, le dice a modo de respuesta, “che bella voce!” (“¡qué bella voz!”). Más allá de la imagen estereotípica (los soldados italianos no querrían oír el llamado al deber porque no son los más valientes del mundo, pero, en tanto amantes de la ópera, sabrían apreciar una bella voz), el chiste opone las dos funciones más manifiestas de la voz: “la voz como vehículo del significado y la voz como fuente de admiración estética”. En un caso, la voz se pierde detrás del significado; en el otro, se pierde al solidificarse en un objeto-fetiche. En este punto, Dolar propone una tercera opción: despejar “el objeto voz, la voz como la máxima encarnación de lo que Lacan denominó objeto a” (objeto causa del deseo). ¿Una voz... es, entonces, un libro de psicoanálisis? No es, en todo caso, un libro de psicoanálisis ...y

nada más. El periplo para despejar un objeto tan evanescente, en siete capítulos bien equipados, no elude ningún escollo. Precedida por inquietantes voces automáticas, la voz como excedente se perfila en “La lingüística de la voz”, donde surgen otras voces, prelingüísticas, como “el hipo más famoso de la historia de la filosofía”, el de Aristófanes en el Banquete de Platón. En “La metafísica de la voz”, el planteo derrideano del “fonocentrismo” se ve doblado por otra historia de la metafísica, en la que la voz sin ley, desligada de la palabra (el logos), tiene su contrapartida en la voz del padre, soporte de la Ley. En “La ‘física’ de

UNA VOZ Y NADA MÁS POR MLADEN DOLAR MANANTIAL TRAD.: DANIELA GUTIÉRREZ Y BEATRIZ VIGNOLI 228 PÁGINAS $ 39

la voz” (donde Psicosis, de Hitchcock, El mago de Oz y una escena de En busca del tiempo perdido, de Proust, ejemplifican la voz “acusmática”, es decir, aquella cuya fuente se desconoce), la voz se ubica en un lugar topológico paradójico y ambiguo, en la intersección entre el lenguaje y el cuerpo (topología del objeto a), sin que esta intersección pertenezca a ninguno de los dos. En la intersección entre el sujeto y el Otro, la voz como un “entre dos” reaparece en “La ética de la voz” (en que se rastrea la voz de la conciencia en Sócrates, Rousseau, Kant, Freud y Heidegger), y también (allí el esquema es más complejo) en “La política de la voz”, donde

Dolar aborda la función ritual de la “viva voz” (a viva voce) en las plegarias, en el juicio oral, en el Parlamento y en las defensas de tesis universitarias, para desembocar en la voz del “totalitarismo”. Y aquí no podía faltar el cine, claro: Chaplin-Hinkel, “el gran dictador” carismático de Tomania, pronuncia su famoso discurso de apertura en una lengua inexistente en la que se mezclan algunas palabras alemanas absurdas (el público entiende muy bien, sin embargo, lo que solo puede confiarse a la voz sin sentido y no puede formularse en palabras: la promesa de una suspensión de la ley, la “licencia para matar”...), y un invisible traductor de inglés interpreta el discurso, transformándolo en algo “políticamente correcto” para los oídos de los de afuera. El análisis de ese discurso y su oposición en espejo con el discurso final (el del barbero judío disfrazado de Hinkel), así como las reflexiones sobre la diferencia entre el fascismo y el estalinismo en tanto voces totalitarias, prueban que la agudeza y el arte de ingenio no se arraigan solo en la retórica. Alentado, en los dos últimos capítulos, por las “voces” de Freud y las de Kafka, el periplo llega a buen puerto, a la voz como máxima encarnación del objeto causa del deseo, habiendo demostrado que la precisión teórica no está reñida con la elasticidad del estilo, tan bien traspuesta en esta traducción. En su prólogo, Žižek confiesa haber sentido “envidia, mezclada con un miedo extraño” cuando leyó por primera vez este libro. “Todo escritor honesto conoce esta perturbadora sensación: es el afecto que testimonia que nos hemos encontrado con una obra maestra.” Nosotros nos habremos encontrado, en todo caso, con otra bella voce eslovena.

or una casualidad de día soleado, el veterano de Vietnam Llewelyn Moss se topa con los restos de un ajuste de cuentas entre narcotraficantes. El escenario no solo exhibe los autos acribillados, los cadáveres aún al volante y la droga mexicana empaquetada: 2,4 millones de dólares esperan para ser aprovechados por el primero que llegue a la escena del crimen. Moss tiene esa buena o mala suerte, y comienza a huir de todos aquellos que quieren dar con él: el melancólico sheriff Bell; Anton Chigurh, asesino empeñado en recuperar el dinero de sus jefes a costa de la matanza, y Wells, contratado por un poderoso cartel. Las balas y la sangre sobran, así como las detalladas descripciones de estados psicológicos y espacios, que tal vez contribuyeron a que esta novela fuera llevada al cine por los hermanos Ethan y Joel Coen. La versión cinematográfica aparece en español con el título Sin lugar para los débiles. La película ganó el Oscar en cuatro categorías: como Mejor Película, Mejor Guión Adaptado, Mejor Director y Mejor Actor Secundario en reconocimiento del actor español Javier Bardem. Cormac McCarthy nació en 1933 y pasó la mayor parte de su infancia en Tennessee, universo donde se desarrollan sus cuatro primeras novelas. Todos los hermosos caballos se convirtió en un best seller seleccionado por The New York Times y vendió 190 mil ejemplares durante sus primeros seis meses de distribución. Esta misma obra fue galardonada en 1992 con uno de los premios más importantes de Estados Unidos, el National Book. Cristián Barros © El Mercurio / GDA

María del Carmen Rodríguez © LA NACION

McCarthy EFE

18 I adn I Sábado 8 de marzo de 2008