1 PREFACIO Aprender a ejecutar una partitura requiere una ...

Observar todos los detalles acerca del ritmo, la dinámica, el fraseo, etc. En suma: primero saber exactamente qué hay que hacer, y después hacerlo. Pero, en el ...
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1 PREFACIO Aprender a ejecutar una partitura requiere una familiarización con la técnica y la escritura. Todo esto es muy importante, desde luego, y hasta hoy la enseñanza musical se fundamenta en dichos aspectos. Pero hay otro aspecto, no menos importante, y es cómo se hace para estudiar. Podríamos decir que hasta en el caso de un estudiante de aptitudes excepcionalmente buenas los resultados serían todavía mejores, si ese alumno aprendiese a estudiar correctamente. ¿Cómo se hace, entonces, para estudiar? En realidad esto es algo que todos terminamos sabiendo, pero que casi nadie suele cultivar en forma consciente. Es evidente que cuando queremos aprender algo debemos estudiarlo primero, y después ensayarlo hasta alcanzar el dominio práctico de lo aprendido. Y según cómo haya sido hecha esta tarea serán los resultados. Son muchos quienes pierden tiempo por no saber estudiar. Se podría decir, parafraseando un conocido refrán: ”Dime cómo estudias y te diré qué músico eres”. Esto se podría aplicar no sólo al músico profesional, sino también al principiante, pues éste casi siempre está en la edad en que más se arraigan los hábitos. Hagamos algunas observaciones. Por ejemplo, el caso de un concertista que siempre está al borde del pánico momentos antes de la presentación y consulta la partitura hasta el último momento, como si no la dominara perfectamente. Esto es porque no ha estudiado bien esa partitura, aunque hubiese dedicado largo tiempo a aprenderla. También es muy probable que arrastre, desde la época de principiante, ciertos hábitos adquiridos que, en el momento crítico de la presentación, le producen inseguridad. De manera muy parecida, podemos recordar aquellos estudiantes (o aun músicos profesionales) que, a modo de “calentamiento”, en vez de hacer ejercicios apropiados prefieren repasar pasajes más o menos difíciles de las obras que interpretarán pocos minutos después; este síntoma es común en quienes cultivan formas defectuosas de estudiar. El estudio y la práctica exigen método, sistema, orden y habilidad. Cómo estudiar debería ser una materia más en cualquier área del conocimiento, pero en la música es un tema bastante complejo. Hay muchos que creen que el tiempo lo hace todo, y así es como tantas veces se pierde el tiempo en agotadoras horas de práctica cuyo resultado no corresponde a la cantidad de esfuerzo realizado. Se dirá, tal vez, que todo esto es más bien un tema de interés para concertistas, pero es precisamente esa manera de pensar la que después produce legiones de personas que no saben estudiar. Es decir, es raro que un principiante ya tenga decidido cuál será su futuro con la música, razón evidente para conseguir desde el comienzo la formación de hábitos que se traduzcan en un máximo rendimiento con el menor esfuerzo posible. También podemos pensar en que si una persona que estudia música por placer, y halla dificultades inútiles, se desanimará. También suele decirse que cada cual tiene su propio método, que lo ha ido descubriendo con años de práctica, y que no conviene encasillar a los estudiantes en disciplinas coercitivas. Y esto es cierto. Pero también es verdad que quien hace esas exploraciones, sin otra orientación que la experiencia que adquiere con los años, va a ciegas por un terreno desconocido hasta que por fin se traza un camino. Esto expone mucho al reaprendizaje (borrar un camino para aprender otro nuevo).

2 En definitiva, puede y debe existir una técnica para estudiar. Es decir, cómo entender una partitura, cómo organizar la memoria, cómo y por qué decidir los movimientos corporales que puede ser necesario hacer, cómo organizar de una manera coherente las vacilaciones y las dificultades que se producen naturalmente al estudiar, para vencerlas, en fin, se trata de aprender a manejar los propios procesos mentales aprendiendo a controlarlos.

Gustavo Britos Zunín

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Capítulo 1 En el momento de abrir una página de música tenemos delante algunos problemas que resolver, y son: ● ● ●

Descubrir la estructura de la música escrita. Saber qué movimientos corporales hay que realizar (técnica de ejecución). Observar todos los detalles acerca del ritmo, la dinámica, el fraseo, etc.

En suma: primero saber exactamente qué hay que hacer, y después hacerlo. Pero, en el momento de hacerlo, hay que saber controlar si lo que hacemos está efectivamente bien hecho. Este control sobre uno mismo es de la mayor importancia. Supongamos, por ejemplo, que hemos decidido que para tocar un determinado pasaje conviene colocar las manos en tal o cual posición, porque es más ventajosa que cualquier otra. Pues bien, después de haber decidido esto, al ensayar deberemos prestar mucha atención para darnos cuenta de si al llegar ahí, justamente a ese pasaje, pensamos en ésa posición de las manos, o si, en cambio, lo recordamos recién cuando ya hemos tocado algunas notas… y ya es demasiado tarde. Si ocurriese esto último habrá que repetir hasta formarnos el hábito de pensar ése detalle, en el momento justo y sin esfuerzo. Obsérvese que no se trata de repeticiones irreflexivas, pues para saber qué hay que hacer antes de hacerlo se necesita, primero, una lectura atenta de la partitura y, después, una ejecución lo más atenta posible. Es decir, nunca comenzar a tocar y a repetir sin analizar, lo cual parecería más sencillo al principio, pero, a la larga, traerá varias dificultades importantes, como, por ejemplo, la posible creación de malos hábitos motrices que habrá que corregir después (nunca se debe creer que tales correcciones equivalen a un “perfeccionamiento” a hacer cuando la partitura esté “aprendida”). Para estudiar hay que seguir un orden lógico: ● ● ● ● ●

Leer Observar los detalles Entender el porqué de esos detalles Tocar Retener (memorización)

Estas cinco etapas se pueden hacer en forma más o menos simultánea, si se quiere, o por separado, pero siempre distinguiendo cada etapa. Por ejemplo, se puede hacer en forma casi simultánea así: ●

Al leer atentamente, ya se observan los detalles – ello es casi inevitable – y, al observar los detalles, se descubre una relación entre ellos. Este descubrimiento nos deja entender cómo está hecha la música y nos da una idea de cómo hay que tocarla y hasta de cómo interpretarla artísticamente. Recién entonces estaremos en condiciones de poder tocar observando si cumplimos con todos esos detalles tratando de que los mismos queden en la memoria.

¿Cuáles son los requisitos necesarios para poder estudiar de esta manera? Son los siguientes:

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Elementos psicológicos ● ● ● ●

Atención Observación Comprensión Memorización

Conocimientos técnicos ● ● ●

Lectura Teoría musical Técnica instrumental o vocal

Referente a los elementos psicológicos es interesante saber que son requisitos que no pueden existir ninguno sin todos los demás. Podemos observar algo solamente a condición de que eso nos llame la atención (o que le pongamos atención voluntaria) y, si comprenderemos lo que estamos observando, será mucho más fácil recordarlo. Si hay olvidos parciales al querer recordar, es porque ha habido alguna falta de atención en algún momento y, por lo tanto, faltó observación y algo quedó sin ser totalmente comprendido. Nota: Ocasionalmente recordamos hechos que no comprendemos bien, pero que hemos observado con gran atención. Y decimos que recordamos perfectamente todo lo que vimos. Sin embargo, en estos casos es común que la memoria falle en los detalles. Es característico que en este tipo de memoria irracional haya confusión en la descripción detallada de los hechos, confusión ésta que aumenta a medida que se pide más y más detalles precisos. Incluso es bastante común la falsa memoria, donde la persona cree que recuerda, pero en realidad está imaginando cosas que no ocurrieron y le sirven para armar el rompecabezas. Para un músico (estudiante o no) el asalto imprevisto de esta clase de memoria puede ocurrirle en la medida en que haya dejado de observar detalles al estudiar, y es característica la aparición de dudas hasta acerca de las notas de la partitura, las digitaciones, etc., e incluso podrá llegar a imaginar lo que no está escrito, pero, como de todos modos sabe que no es así que está escrito, las dudas pueden llegar a ser tan grandes que le causen pánico si están tocando en público. Por eso es tan necesario vigilar, ya a partir del primer ensayo de todos, que estemos recordando todos los detalles y cada uno en el momento preciso en que debe ser recordado – ni antes ni después. Respecto a los conocimientos necesarios en teoría de la música, no es necesario hacer mayores comentarios. Solamente cabe decir que son los que nos permiten hacer el análisis suficiente para comprender cómo está compuesta la música. Es – haciendo una comparación – como un idioma que si no sabemos comprenderlo, tampoco podremos entender el significado de lo que está escrito. Y el estudiante que no aplique los conocimientos de teoría al estudiar, hará algo muy parecido a quien aprende por fonética unas cuantas frases de un idioma extranjero sin saber lo que significa. Es decir, tocará de oído y su técnica será puramente mecánica. Nota: En los niños esta última observación es particularmente importante. Nunca se debe separar el estudio de la teoría musical y el estudio de partituras – aún en las más sencillas. La asociación entre la música y la teoría (hasta la más elemental si fuese el caso) formará un buen hábito. Lo contrario inculcará formas mecánicas de estudiar y crearán el hábito de la falta de atención.

5 Acerca de la técnica (sea vocal o instrumental) creo oportuno indicar cuál es la importancia real de los ejercicios. El entrenamiento muscular y el dominio mental sobre los músculos son dos cosas diferentes, aunque tengan relación entre sí. La función de los ejercicios es esencialmente la de desarrollar los músculos de manera que respondan a las exigencias de la ejecución musical. La habilidad en el manejo de los músculos, en cambio, es un factor mental y los ejercicios no aportan gran cosa en este sentido. La habilidad se desarrolla mediante la atención en realizar correctamente los movimientos necesarios, sea para tocar un instrumento o para la emisión de la voz. La habilidad que se puede desarrollar mediante el estudio atento de partituras siempre será superior a lo que los ejercicios de por si solos puedan brindar – excepto, claro está, que se recurra a ejercicios de extrema dificultad motriz, pero yo dudaría acerca de la utilidad que podrían tener para el entrenamiento y para la musicalidad. Lo más recomendable es una dosificación de ejercicios (de entrenamiento y mantenimiento del buen estado muscular) y dejar que la habilidad se desarrolle con naturalidad estudiando música.