1 DE SIGFRIDO Y NIBELUNGIA Hace muchos siglos en Nibelungia tierra mítica de nobles guerreros vivió un valiente y joven guerrero llamado Sigfrido; el tenia grandes sueños y estaba por probar su valentía y heroísmo a su pueblo. En estos momentos se encontraba visitando el fresco valle verde que sus padres le habían heredado a su hermana y a el. Así es como en esta tierra fértil de dulces aguas y noches de madreselva; en voz alta se repetía Sigfrido. - Heme aquí postrado ante la tumba de mis padres honrándoles su memoria y pidiendo consejos a los espíritus que reposan en paz. Mas sin embargo para él los trinos de las aves y cantos de los grillos son esos mensajes que le envían sus padres de el más allá. Mientras tanto a lo lejos ve a su sobrina la pequeña Laura y a su madre amorosa que le peina sus bellos rizos color miel. Su hermana María al terminar de peinarla se remoja sus frágiles manos para extender el mantel donde probaran sus alimentos. Al terminar le grita a su hermano: - ¡Hey tu! Que no vienes a comer con nosotras y dejar de platicar con los muertos como siempre, ya déjalos en paz. Él le responde con una señal de su mano y se despide de sus padres tal y como lo hace cada vez que visitan este valle. En efecto Sigfrido, joven héroe de los Nibelungos, quien en este reino goza de buena fama, valiente y noble y que va en busca de nuevas aventuras y hacerse de un nombre de respeto entre su pueblo y así ser digno de casarse con una bella mujer de noble familia. Ya reunido con su familia les platica la leyenda de la serpiente gigantesca conocida como el “Dragen”. El les repite que tal vez sea un mito su existencia pues ningún guerrero ha sobrevivido para dar testimonio de su existencia,

los viejos sabios alquimistas dicen que es un animal ancestral de miles de años y que ha sobrevivido a la humanidad y que han sabido de su presencia cada dos cientos años. Es entonces que la pequeña Laura le dice a su tío: - Tío muéstrame tu piedra que atrae pedacitos de metal – verdad que si es cierto porque mi mama dice que es hechicería y que esas cosas no existen. - Mira Laura, este objeto me lo consiguió un comerciante que venía del oriente y me dijo que pueden construir un pequeño artefacto que siempre apunta hacia la estrella polar. Sigfrido extiende su mano y muestra la piedra a la que llama magnetita y su hermana alza la voz y le ruega que oculte todas esas cosas extrañas que le enseñan los viejos alquimistas porque le espantan, que son inexplicables y que son cosa de hechicería… el sonríe y le obedece, oculta el objeto en su alforja y mejor se pone a entonar una antigua canción de su pueblo. Oh tierra de magos Tierra de hechiceros Decidme vuestra verdad Si la verdad es magia O la magia es la superstición…